Introito
En
el verano del año 2006 un oso proveniente de los Alpes se extravió por algún
motivo y tuvo la inmensa desgracia, de venir a dar precisamente a Alemania. Los habitantes de este país, como es habitual en ellos, se desquiciaron, se enloquecieron de terror, entraron en pánico
colectivo y decidieron cazar al pobre e inocente oso hasta matarlo. La prensa alemana lo
bautizo „Bruno“. El schock emocional que me causó este vil crimen me llevó a
escribir este poema.
OJO POR OJO
En
amorosa memoria del
Oso Bruno
En
la primera plana del periódico aparece la foto del oso
que
ha sido avistado en la pradera germana,
y
debajo el aviso siniestro:
ASESINAR AL OSO
Pero
el oso en cuestión,
feliz e ignorante, se pasea muy campante por la rivera del
Rhin
Persigue
mariposas, retoza entre la hierba, conversa con las aves,
busca comida en la
basura
Se
tiende panza arriba juguetón sobre la hierba.
Su
corazón es suave y tierno como la mermelada,
ama el verde de los eucaliptos, el
sabor del bambú,
el rumor de la lluvia,
la suave agua cristalina jugueteando,
entre sus dedos.
NOTICIA DEL DÍA
El
ministro del interior del Estado de Baviera ha ordenado asesinar al oso
Yo
personalmente, preferiría asesinar al ministro
(Eso
si que seria buena noticia)
Estirpar
su cerebro, arrancarle la piel para hacerme un monedero
exhibir
sus muy políticamente correctas visceras en el Museo de Ciencias Naturales
A
menos claro está, que el ministro prefiera
que
lo anestesiemos primero
y lo
soltemos vivo y desnudo muy lejos de aquí
donde
no pueda dañar a nadie.
Eva Durán
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