La luna arrugada y grasienta
ilumina a la princesa dormida
que flota indemne
hacia el abismo de miedos
El príncipe, mientras tanto
está ocupado en otras faenas
más accesibles
menos pretenciosas
Cansado como está
de que por un beso
le exijan asaltar
el castillo del gigante
enfrentar el dragón demoníaco
pasar a caballo el ojo de una aguja
No quiere saber nada
de esas chicas difíciles
que disfrazadas de cenicienta
y sin saber fritar un pollo
prometen un final feliz
mas allá del sol
"Una princesa es igual a todas"
él piensa
y por eso
se queda con la madrastra
para Laura Alejandra (cuando era niña)
Eva Durán
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