sábado, 2 de febrero de 2013

La pradera






Voy a extrañar estar viva
el cuerpo del viejo Doc
entregado sin temor a la caricia

Y tus manos
la profundidad de tus ojos
la fuerza de tu abrazo
los cinco tatuajes de tu cuerpo
las cicatrices de tu alma
tu sabiduría de hombre rudo
curtido y endurecido
por tantos años de vida en la selva.
tu silencio, tu piel, la escalera

Y mi amor por tí
tan inmenso como esta noche

El fuego de nuestra pasion entrelazada
sosteniendo fuertemente
el equilibrio de las montañas
y los valles.

Aquí crecerán seguros mis hijos
me dijiste en la madrugada
acariciando mi vientre.

Soy terrible, soy terrible
soy peor de lo que crees
tu eres un ángel y
yo solo soy un hombre
no te merezco

Me dijiste llorando
y llenándome de besos
ebrio de aguardiente y luna.

¿Y sabes qué?
también extrañaré 
los autobuses llenos
el medio día con calor
y sin plata pa´l almuerzo
La sonrisa de Mauro
el jugo de naranja a $200
mis temores y mi insomnio
el placer del estrés y los problemas
las deudas por pagar
la inocencia de la madrugada
la espera en el parque
las cinco de la tarde en el almendro
mis libros sin leer, mis viajes sin regreso
mi ambición inútil de salvar el mundo
(o de salvarme yo con el mundo adentro)


Trabajando hasta tarde
el aplazarlo todo
torciendo el destino
para así cumplirlo
en silencio y a mordiscos
a ratos y con frecuencia
de manera sencilla
complicándolo todo
evitando molestias
desgastando zapatos
ganando unos pesos
para pagar a plazos
una cremación decente

Y extrañaré sobre todo
la fuerza de mi madre
su ternura omnipresente
y todopoderosa,
su cuerpo tibio al amanecer
su respiración entrecortada
en la oscuridad,
su elegancia de princesa
y ese gran estilo
con el que siempre cuidó
de mí y de mis hermanos

Mientras yo me preparo
para ser arrojada
hacia ese mundo de sombras
en el que voy a olvidarlo todo
incluyendo por supuesto
mi temor a la oscuridad.





Eva Durán

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