miércoles, 27 de marzo de 2013

El Esplendor de Fuego del Otoño





Coqueteo con Holger, mi médico ortopeda, coqueteamos, conversamos y el aprisiona su rodilla contra mi pierna, soy hipnotizada por su voz. A nuestro alrededor sucede el mundo. Sus pacientes corretean por ahí.

En su praxis conversamos de todo, es un hombre hermoso, elegante, fuerte, culto,  encantador, lleno de ideas novedosas y originales, trabajadicto.

Pero temo no saber cual es el límite, cuando parar. Debo detenerme.

Mi piel se eriza al contacto de su voz. Él me lo cuenta todo, me da los más íntimos detalles de todo cuanto quiero saber, pero yo no le presto la más mínima atención. Yo solo tengo para él narraciones
esplendorosas, holocaustos de piel y placer en la oscuridad, eso aviva aún más y más mi imaginación.

Le llaman al mobil, se pone de pie y camina hasta el pasillo, cuando se da la vuelta para hablar le observo con avidez el trasero, tiene un excelente cuerpo, proporcionado y justo para mis ganas.

Sus piernas son sólidas músculosas y perfectas, sus hombros anchos y bien moldeados por muchas horas de entrenamiento, se extienden hasta sus manos, firmes, largas, delicadas. Sus dedos... sueño con esos dedos, con lo que podrían hacer esos dedos.

Regresa a hablar conmigo.

En un momento, toma mi mano en el aire y sostiene mi dedo meñique entre sus dedos, solo eso, la punta del dedo meñique. Me mira fijamente a los ojos, sus ojos son color miel, dulces, conservan la frescura de la adolescencia, sus ojos son un abismo, un poema, una invitación.

Todo el universo se centra en ese contacto. Mi vida se detiene.

¿Para que juego un juego que no deseo concluir? ¿Que no quiero, que no debo continuar?

Soy como el insecto que da vueltas alrededor del fuego... fascinado y aterrado al mismo tiempo por su belleza encandilante, soy como el insecto que sabe que está atrapado, que no puede luchar, que no hay escape posible.

Sabe que tarde o temprano morirá calcinado entre las llamas, pues escapar del peligro es peor que morir, es hundirse para siempre en la oscuridad.




 Eva Durán